5 formas de encontrar el silencio en el caos

Para disfrutar de este bálsamo interior que nos permite bajar revoluciones no es necesario hacer un retiro de una semana ni formar parte de una comunidad zen.

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En nuestra vida diaria tenemos muchas oportunidades de convocar el “noble silencio” del que hablaba Buda. Veamos algunas de ellas.

1. Crea pequeños oasis de silencio

Para no agotar nuestra atención, que se fatiga al saltar de estímulo en estímulo, es importante encontrar espacios de serenidad, aunque sean breves.
El primero puede ser a la hora del desayuno, del que podemos disfrutar sin sumergirnos aún en el ruido del mundo. En lugar de conectarnos a los dispositivos, aprovecha para planear el día con calma.
A lo largo de la jornada, puedes introducir breves pausas (aunque sean de cinco minutos) para entrecerrar los ojos y conectar con tu silencio interior.

2. Practica la escucha total

Acallar las palabras y la mente es especialmente valioso cuando alguien está hablando.
Aunque no interrumpan a su interlocutor, la mayoría de las personas elaboran mentalmente juicios o preparan incluso aquello que dirán cuando la otra persona termine lo que está diciendo. Por lo tanto, no están escuchando.
Un buen ejercicio para practicar el silencio es estar presente al cien por cien en lo que dice el otro, sin introducir ninguna clase de idea, valoración o reacción.
Por supuesto, mirar el móvil durante una conversación tampoco es escuchar.

3. Busca momentos de mindfulness

No necesitas un aula ni un maestro para esta práctica ancestral. Basta con sentarse en una silla, con la espalda recta, entornar los ojos y dedicar unos minutos a recobrar el silencio interior.
Para ello, es útil poner el foco únicamente en el aire que entra y sale por las fosas nasales mientras se respira lentamente.
El mindfulness también se puede vivir en movimiento, por ejemplo, al caminar hacia el trabajo. Se trata de ser conscientes de cada paso que damos, de nuestro peso en la tierra, sin prestar atención a nada más.

4. Descubre retiros urbanos

En medio del ajetreo del día a día existen momentos y lugares que invitan al encuentro con uno mismo.
Entrar en una iglesia durante la pausa del mediodía es un buen ejercicio de descompresión. Aunque no seamos creyentes, sentarse un rato en la penumbra para disfrutar del silencio del templo es una buena cura para las estridencias y aceleración de la vida moderna.
Otros lugares adecuados para un retiro urbano serían un parque donde hacer un receso, o incluso una plaza tranquila que cuente con un banco para descansar el cuerpo y la mente.

5. Establece una dieta digital

Fija un horario (como mínimo, dos horas antes de acostarte) en el que todos los aparatos conectados a las redes deben quedar silenciados hasta el día siguiente. Eso te permitirá cenar sin estar pendiente del móvil, así como leer o charlar con tu familia, si vives con ella, o reflexionar sobre lo que ha dado de sí el día. Este espacio “analógico” puede servir para lavar los platos en silencio o hacer cualquier tarea sencilla que te relaje, sin tener que atender a las demandas del mundo exterior.

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